jueves, 5 de noviembre de 2009

"La guitarra de mi viejo" PARTE CINCO


A partir del año 1982 en adelante, comencé a escribir y a componer sin parar. Escribía canciones, poesías, cuentos, reflexiones, todo el tiempo y a toda hora. Era como un volcán que estallaba en creaciones, en expresiones, exponía todos y cada uno de mis sentimientos en la forma literaria que fuera; era mi manera de hablar y de decir las cosas.
Me costaba mucho integrarme a la sociedad adolescente, quizá, en algún aspecto era un poco más madura que mis compañeros de colegio, tenía otros intereses, otros valores, era solitaria y tenía pensamientos profundos, sólo la guitarra podía unirme al resto cuando cantaba para mis amigos, o para quien quisiera escuchar.
Obviamente empecé a cantar en los actos del colegio, era muy vaga para estudiar así que me venía genial, pedía horas para ensayar cuando en realidad no lo necesitaba. De esto se deduce que la primera vez que canté en un escenario fue en el colegio en el año 84, tenía 15 años y canté para todos los alumnos y profesores que, llamativamente, prestaron más atención que nunca y me dieron el primer y más sentido aplauso de mi vida. La canción que canté se llama "Mi amigo Pascual" y la escribí en un invierno de 1984:

"Mucho antes de que yo naciera
pasaba Pascual directo a la escuela
con delantal blanco y zapatos marrones,
con ganas de amar y dos alfajores.

Me contó Mamá que era un bohemio,
amaba el amor, vivía en un sueño,
y todas las noches salía a cantar
mirando la luna y la gente pasar.

Un día Pascual soltó las amarras
se fue de su casa buscando otros puertos,
iluso creía que en otro país
iba a ser libre y muy, muy feliz.

Pero se encontró con un mundo cruel
en donde las guerras cortan el pastel
en donde el amor no tiene lugar,
en donde no hay paz y no hay libertad.

Entonces Pascual decidió volver,
y empezó a cantar con toda su voz,
pero desde arriba lo hicieron callar
y ahora se ve pasar por acá.

Mi amigo Pascual, no le teme al tiempo
no usa reloj ni ve el calendario
camina despacio junto a su perrito
y pasa silbando por el caminito.

Una madrudaga puso fin a su vida
y antes de partir me dijo al oído
que yo continuara su historia y sus cuentos
y que con mi canto reviva sus sueños.

Y yo lo intenté y empecé a cantar,
le canté al amor y a al libertad,
y ahora el viento me trae de recuerdo
la canción que Pascual solía silbar.

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