martes, 17 de noviembre de 2009

"La Guitarra de mi viejo" PARTE 6


Mi mundo estaba partido en dos, por un lado mi amor por la música y por el otro el desacuerdo de mis padres, la falta de su apoyo. Me dolía tanto, necesitaba tanto que creyeran en mí que se me hizo muy cuesta arriba, pero seguí. Yo no quería hacer otra cosa en mi vida que cantar y hacer canciones, sentía que para eso había nacido, que ese era mi lugar. Me propuse demostrar que podía vivir de lo que amaba hacer, que con la música podía crecer y progresar, aunque paralelamente intenté pertenecer al sistema para satisfacer sus ilusiones. Mi amor por la música y mi amor por ellos hacía añicos mi corazón. Estudié Educación Física; Analista Programador, Secretariado Ejecutivo; hasta que me cansé y me fui de casa, sin plata, con una guitarra que un amigo músico me había regalado y bien lejos. No supieron de mí por un mes, comencé a trabajar en una jugueteróa mayorista, luego de repositora de supermercados, hasta que un amigo me propuso cantar con él. Volví a la zona sur después de un año de vivir en Villa Ballester e ir a ensayar a Adrogué, y finalmente me largué a vivir de la música.
Creamos al principio con mi amigo y luego con mi hermana, una pequeña empresa y recorríamos el país cantando. No hay nada más intenso que pararse en un escenario y exponerse, lograr a través de la voz y la actitud, captar y dominar al público, ponerlo de tu lado. Es todo un desafío, pura adrenalina, y en el circuito under, todas las noches es un debut. El ejercicio de descubrir quien es el que está del otro lado, qué quiere, qué necesita, te forma, te da experiencia y seguridad para manejar cualquier situación de la vida.

jueves, 5 de noviembre de 2009

"La guitarra de mi viejo" PARTE CINCO


A partir del año 1982 en adelante, comencé a escribir y a componer sin parar. Escribía canciones, poesías, cuentos, reflexiones, todo el tiempo y a toda hora. Era como un volcán que estallaba en creaciones, en expresiones, exponía todos y cada uno de mis sentimientos en la forma literaria que fuera; era mi manera de hablar y de decir las cosas.
Me costaba mucho integrarme a la sociedad adolescente, quizá, en algún aspecto era un poco más madura que mis compañeros de colegio, tenía otros intereses, otros valores, era solitaria y tenía pensamientos profundos, sólo la guitarra podía unirme al resto cuando cantaba para mis amigos, o para quien quisiera escuchar.
Obviamente empecé a cantar en los actos del colegio, era muy vaga para estudiar así que me venía genial, pedía horas para ensayar cuando en realidad no lo necesitaba. De esto se deduce que la primera vez que canté en un escenario fue en el colegio en el año 84, tenía 15 años y canté para todos los alumnos y profesores que, llamativamente, prestaron más atención que nunca y me dieron el primer y más sentido aplauso de mi vida. La canción que canté se llama "Mi amigo Pascual" y la escribí en un invierno de 1984:

"Mucho antes de que yo naciera
pasaba Pascual directo a la escuela
con delantal blanco y zapatos marrones,
con ganas de amar y dos alfajores.

Me contó Mamá que era un bohemio,
amaba el amor, vivía en un sueño,
y todas las noches salía a cantar
mirando la luna y la gente pasar.

Un día Pascual soltó las amarras
se fue de su casa buscando otros puertos,
iluso creía que en otro país
iba a ser libre y muy, muy feliz.

Pero se encontró con un mundo cruel
en donde las guerras cortan el pastel
en donde el amor no tiene lugar,
en donde no hay paz y no hay libertad.

Entonces Pascual decidió volver,
y empezó a cantar con toda su voz,
pero desde arriba lo hicieron callar
y ahora se ve pasar por acá.

Mi amigo Pascual, no le teme al tiempo
no usa reloj ni ve el calendario
camina despacio junto a su perrito
y pasa silbando por el caminito.

Una madrudaga puso fin a su vida
y antes de partir me dijo al oído
que yo continuara su historia y sus cuentos
y que con mi canto reviva sus sueños.

Y yo lo intenté y empecé a cantar,
le canté al amor y a al libertad,
y ahora el viento me trae de recuerdo
la canción que Pascual solía silbar.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

"La Guitarra de mi viejo" PARTE CUATRO


Siempre fui una persona rebelde y autosuficiente que trató de abrirse camino sola y a su manera; este carácter hizo que empezara, por las mías, a aprender a tocar la guitarra. Miraba atentamente lo que hacía mi Papá y lo copiaba en los ratos que encontraba la guitarra sola; si descubría algún nuevo acorde, colocaba mis dedos en las cuerdas, corría hacia donde estaba Papá y le preguntaba: ¿Pá, esto es algo? y él me respondía: "La menor" y yo me iba feliz con un nuevo sonido en mi haber. así, casi sin que él se diera cuenta, aprendí a tocar bastante bien.
A los 9 años compuse mi primera canción dedicada a mi mamá, y a esa edad grabé mi primer y único disco. Un LP (Long Play jajaj) de canciones infantiles que produjo mi padre con éxitos como el famoso: "Yo tenía una orquesta", que cantamos juntos. A esa altura de mi vida definitivamente yo quería ser cantante y soñaba con eso, aunque lamentablemente jamás fui alentada por mi familia para hacerlo, y aunque la deuda ya está saldada, igual perdura la cicatriz. (Aquello que pudo haber sido de una forma y fue de otra. Siempre me pregunté por qué me fomentaron tanto la música si después, a causa de frustraciones ajenas, iban a coartármela. En fin, son cosas de la vida, todos cometemos errores, o por algo de dan los sucesos de determinada manera y no de otra.
Poco a poco fui creciendo, como dice SUI, y la guitarra de mi viejo se convirtió en una herramienta de castigo; todas mis faltas, más o menos graves tenían como consecuencia la quita de la guitarra. Una vez, ya no recuerdo que fue lo que hice (pudo haber sido cualquier cosa, mi conducta distaba de la ideal), mamá escondió la guitarra en el placard de su cuarto y me dijo: "Hasta nuevo aviso, no podés tocar". Yo indignada, traté de aguantar pero no pude, abrí la puerta corrediza de ese placard, me metí adentro, cerré y empecé a tocar horas y horas hasta que me descubrieron, tenía miedo de olvidarme como se hacía.

martes, 3 de noviembre de 2009

La Guitarra de mi viejo PARTE TRES


Un día de inverno, Mamá me puso mi abrigo de lana y me llevó al aeropuerto, volvía Papá. Siempre fui una persona muy ansiosa, al punto que se me seque la garganta esperando algo muy deseado. Me acuerdo cuando lo vi aparecer, con pelo largo, una chaqueta muy canchera y su guitarra en la mano, corrí a abrazarlo, la felicidad me desboradaba.
La guitarra de mi viejo era estulo Gibson de la primera era. Una guitarra muy de moda en los años 70', usada por los gurúes del Jazz norteamericano. Tenía una mística muy espeacial, no sólo por el esfuerzo que fue comprarla, sino por una anécdota muy llamativa que protagonizó en la gira. Papá tenía que cantar en Venezuela, luego en Colombia y finalmente en Ecuador. Despachó la guitarra en el aeropuerto de Venezuela, y cuando llegó a Colombia la guitarra nunca llegó. Le prestaron una de urgencia para que pudiera seguir. Actuó en Colombia, luego en Ecuador y cuando embarca en el aeropuerto de Ecuador para volver a venezuela, ve un bulto dando vueltas en la cinta trasbordadora, era su guitarra que lo estaba esperando.
Papá tenia una banda o "conjunto", con la que ensayaba siempre que podía, ya que tenía varios discos en la calle y se dedicaba a hacer, lo que en la década del 70 llamaban "bailes", actuaba promoviendo sus discos en el interior del país. Esos ensayos para mí fueron reveladores, me metía dentro del garage donde ensayaban y me quedaba callada viéndolos y escuchándolos tocar, esperando algún descuido para poder ocupar el lugar de cualqueira de los músicos. El baterista, un personaje de grandes bigotes y muy gracioso, me invitaba a sentarme en sus faldas y tocaba conmigo a upa, pero papá mucho no lo dejaba porque se distraía. Claro está que cuando se ibaan a almorzar, o cuando dejaban todo armado para ensayar el otro día, yo entraba sigilosamente para comenzar a soñar. por supuesto que en ese momento yo no sabía que quería de mi vida, sólo sabía que la música, el amiente, la guitarra, me hacía bien, me generaba sensaciones que jamás había sentido. Y así empezó mi historia...